Hace poco se descubrió que, al contrario de lo que se pensaba, el cerebro adulto sigue fabricando neuronas en el hipocampo, que es la región cerebral relacionada con el aprendizaje y la memoria, hasta la muerte del individuo. Lo que todavía no se sabe exactamente es cómo y por qué nacen esas nuevas células nerviosas.
Lo que está cada vez más claro es que las experiencias estresantes, como la falta de sueño, el rechazo social o la exposición a los olores de depredadores, disminuyen el crecimiento de células nerviosas en el cerebro de los mamíferos. Y al contrario, las vivencias agradables, como el apareamiento o el ejercicio físico, estimulan la neurogénesis. En el primer caso, los individuos llegan a manifestar trastornos cognitivos, como dificultades para recordar o aprender a moverse por diferentes entornos.
Por otro lado, los científicos aún discrepan sobre el ritmo de producción de las nuevas neuronas, no saben si nacen solo bajo circunstancias específicas o son fabricadas continuamente por si se necesitaran en el futuro.
Otro asunto peliagudo es su función adaptativa. En realidad, el freno a la neurogénesis incrementa las opciones de supervivencia, ya que se inhibe la conducta del individuo. Por su parte, el aumento de número de células nerviosas por gratificación reduciría la ansiedad y mejoraría la capacidad de aprendizaje y exploración, que son factores imprescindibles para alcanzar el éxito reproductivo. Otro hallazgo de los experimentos es que los ratones con mayor estatus social producen más células nerviosas que los subordinados, lo que puede ser extrapolado a las relaciones sociales entre humanos.
Hernan Andrade
Hernan Andrade
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